Para entender la última encarnación de las colosales estafas en criptomonedas que siguen plagando internet, supongo que deberíamos empezar por todos esos simios aburridos, porque ¿cómo no hacerlo?

No me refiero a los simios reales: poco de lo que hay en esta columna tiene que ver con cosas que podrían llamarse “reales” en algún sentido tangible. Más bien, me refiero a la colección de arte digital conocida como Bored Ape Yacht Club. Creada hace un año por un cuarteto de misteriosos entusiastas de las criptomonedas con pseudónimos, Bored Ape es una colección de miles de dibujos hipercoloridos “generados mediante programación” de primates desaliñados pero con onda, de esos que no le llevarías a tu mamá a su casa.

Por la simple razón de que en internet pasan cosas bizarras, los simios aburridos se han convertido en un producto de moda en el mercado de los tokens no fungibles, o NFT. Hasta el jueves de la semana pasada, el NFT de Bored Ape más barato disponible —una especie de certificado digital que otorga a su poseedor la propiedad nebulosa de la ilustración del mono— se vendía por el equivalente a unos 340.000 dólares; el año pasado, un NFT de un mono aburrido muy raro, uno de los pocos con pelaje dorado, se subastó en Sotheby’s por 3,4 millones de dólares.

¿Vamos bien hasta ahora? La gente en internet está enloqueciendo por lo que en esencia son primates estilo Pokémon. Quizá se pregunten qué hacen los simios y por qué la gente paga tanto por derechos jurídicamente inciertos sobre ellos y cómo fue que ustedes se volvieron tan viejos y anticuados. Todas son buenas preguntas, pero ya estamos más allá de ellas.

En el último año, Yuga Labs, la empresa emergente con buen financiamiento que fabrica los Bored Apes, se ha embarcado en un desfile de nuevos y aún más vanguardistas derivados digitales de sus simios. Sus más recientes emprendimientos hacen gala de la vibra desconcertante, despilfarradora y como de casino descompuesto de la tendencia non plus ultra de internet. Las criptomonedas, las cadenas de bloques, los NFT y la constelación de tecnologías alabadas que se conocen como la web3 se han aclamado como una forma de liberar internet de los gigantes tecnológicos que controlan la red en este momento. Pero lo que está ocurriendo con Bored Apes sugiere que están haciendo lo contrario: contaminar el mundo digital con una espesa niebla de errores, estafas y especulación financiera costosa y en gran medida no regulada que acaba con la poca confianza que aún quedaba en la web.

La más reciente venta de simios tuvo lugar el fin de semana del 30 de abril y 1 de mayo, y fue un desastre de principio a fin. La enorme demanda sobrecargó Ethereum, la cadena de bloques de código abierto que alberga la criptomoneda ether y que se desarrolló para ser un criptosistema más capaz que Bitcoin. Los fallos de esta tecnología llevaron a miles de personas a pagar unos 180 millones de dólares en total por las comisiones de las transacciones. Al parecer, algunos pagaron más en comisiones que lo que pagaron por el NFT. Fueron los más afortunados; hubo quienes pagaron elevadas comisiones de transacción solo para que sus compras de simios fracasaran por razones desconocidas (Yuga afirma que reembolsó el dinero gastado en transacciones fallidas). Otros fueron víctimas de hackeo y phishing. Mientras tanto, Yuga, que cuenta con financiamiento de algunas de las mayores empresas de capital riesgo de Silicon Valley, generó al menos 320 millones de dólares en ventas. ¿Ventas de qué? Ah, pues parcelas de “tierra” en Otherside, un mundo virtual que podría lanzarse pronto.

Por supuesto, los compradores participaron en la venta por voluntad propia. Puede que te resulte difícil sentir compasión por quienes pagaron enormes sumas para especular con bienes digitales en un rincón no construido del metaverso. Participa en juegos tontos y ganarás premios tontos.

Pero Molly White, una desarrolladora de software que dirige Web 3 Is Going Just Great, un sitio web y un canal de Twitter que documenta los desastres espectaculares que al parecer ocurren todos los días en el criptomundo, me dijo que se está engañando a muchas personas para que se conviertan en conejillos de Indias de un conjunto de nuevas tecnologías que son mucho menos sólidas de lo que reconocen sus promotores.

Fuente: The New York Times